A los accionistas del Grupo El Comercio, la candidatura de Humala les despierta el fantasma del gobierno de Juan Velasco Alvarado, cuando el diario les fue expropiado. Sienten que la mención a la existencia de oligopolios en los medios de comunicación en el plan de gobierno de Gana Perú es un mensaje dirigido directamente hacia ellos. Esta postura explicaría bastante bien la línea informativa antihumalista que se ha asumido prácticamente por consenso en el grupo de accionistas dominante. A Martha Meier tampoco le habría costado trabajo lograrlo en la sección Política, donde se compartiría mayoritariamente esta posición. El problema no es ese, sino que esta se plasma con una tendencia informativa parcializada. Es por ese motivo que algunos periodistas de dicha sección han solicitado que sus nombres no aparezcan en las notas que son editadas con un sesgo que no comparten. Algo similar habría comenzado a suceder con los artículos de la sección económica.
Este contexto ha puesto en una encrucijada al director del diario, Francisco Miró Quesada. Hasta antes de la primera vuelta electoral, mantenía una sorda pugna con Martha Meier, la cual quedó públicamente expuesta en una columna de opinión en la página editorial del diario publicada a título personal el 5 de abril último, con una dura posición contra Keiko Fujimori y sustentando por qué no debería gobernar. “No han cambiado, son los mismos que justificaron el golpe, son los mismos que callaron o defendieron el abuso del poder y los delitos que cometió Fujimori. No merecen estar en el poder. Son aquellos que justifican los costos inevitables, para ‘disolver, disolver, disolver’ un día como hoy”.
El nuevo escenario que ha configurado la segunda vuelta ha llevado a Francisco Miró Quesada a plantear una posición informativa independiente para el diario, aunque, por lo visto en los días siguientes a la primera vuelta electoral, es claro que la postura antihumalista de Martha Meier y de la mayor parte de la sección Política ha primado. Algunos accionistas también se han manifestado en línea con el director del diario. En una reunión celebrada en los días siguientes al 10 de abril, Milagros Miró Quesada planteó mantener una línea equilibrada, ni a favor ni en contra de ninguno de los dos candidatos. Entre otros argumentos, recordó que si bien existen temores por la posibilidad de que un gobierno de Humala intervenga los
medios de comunicación, eso fue exactamente lo que sucedió en los noventa. Otra accionista, Cecilia Rapuzzi, se sumó a esta posición.
Pero este no es el único argumento de quienes piden una línea independiente. Otros han recordado que en el año 2000, luego de que El Comercio lanzara la denuncia de las firmas falsas, hubo claros indicios de que el gobierno de Alberto Fujimori pretendía intervenir el diario. Un informe propalado en Frecuencia Latina fue el primer paso para deslegitimar al medio; luego vendrían los pasos que ya se había dado con otros medios, entre ellos con el mismo canal 2. Alejandro Miró Quesada Cisneros, director del diario en ese momento, logró que la Sociedad Interamericana de Prensa se pronunciara y
alertara sobre los intentos de intervención. Una serie de viajes por diversos países, en los que estuvo acompañado por personas como Bernardo Roca Rey, Fritz Du Bois y Hugo Guerra, permitieron poner el tema en los ojos del mundo. Por entonces, una nota publicada en el diario y titulada: “Grupo minoritario afín al Gobierno pretendería controlar El Comercio”, señalaba la posibilidad de “una orquestación que se estaría gestando en el Poder Judicial”. El grupo minoritario al que se hace referencia no sería el mismo que hoy se encuentra en el poder en el Grupo.
Consultado para esta nota sobre la línea editorial de El Comercio, Francisco Miró Quesada respondió que el diario mantiene su independencia, que los cuestionamientos a la candidatura de Humala surgen de preocupaciones válidas respecto a su propuesta de gobierno, pero que igual posición se mantendrá con respecto a la candidatura de Keiko Fujimori.
¿Será así? Lo visto hasta hoy no parece demostrarlo, aunque luego de que se hicieran públicos —y fueran criticados— los cambios en el canal, la línea informativa del diario se moderó, al menos durante algunos días. Considerando la relación de Martha Meier con el fujimorismo, ¿qué es lo que primará en adelante en los canales de televisión e incluso en el diario? ¿Una línea informativa independiente o las posiciones personales frente a las candidaturas?
Conocida ahora la historia, cabe también preguntarse: ¿por qué Meier no asumió dentro de El Comercio una abierta posición pro fujimorista en la primera vuelta? “Porque Meier no tenía ninguna duda de que Keiko pasaría a la segunda. Su única duda era con quién, pero estaba segura de que Humala no lo haría”, afirma una fuente confiable.
Los cambios podrían llevar a nuevas posiciones a Fritz Du Bois, el director de Perú 21, que por convicción propia es quien mejor aplica la nueva línea editorial del directorio. Esta línea puede llegar a confundir información con propaganda (un defecto que se ve hoy en todos los diarios impresos, solo que el Grupo se jacta de no tenerlo), y por eso fue motivo de discusión dentro de El Comercio si se publicaba un artículo de Mario Vargas Llosa en el que fundamenta su voto contra Keiko Fujimori, y que fue finalmente apareció en la edición del domingo 24 de abril. Dos días antes, Perú 21 titulaba en su portada: “Le dan con palo”, junto a una fotografía de Vargas Llosa, en referencia a los insultos que le había dedicado el Primer Ministro argentino en medio de su visita a la Feria del Libro de Buenos Aires, pese a que el público en general había ovacionado al Nobel peruano.
La posición editorial de Perú 21 ya ha ocasionado incomodidades y renuncias en su interior, aunque no hay versiones explícitas. Sin embargo, la tensión entre los periodistas de ese diario es evidente en las redes sociales. Es conocido entre sus amigos cercanos que las renuncias de los periodistas Óscar Miranda y Daniel Yovera se debieron a las discrepancias con la postura editorial que estaba asumiendo el diario, lo cual incluía pedidos constantes de cambios en sus artículos y entrevistas, hasta que informativamente estuviesen alineados con la posición imperante. Un directivo de otro medio importante aseguró para esta nota que un periodista de Perú 21 se acercó a solicitarle incorporarse a su redacción por las mismas razones. Sin embargo, estos periodistas no han hecho saber abiertamente su disconformidad.
En América TV, aparentemente, la remoción de Laura Puertas implicará la salida, a la mala o voluntaria, de connotados periodistas que están opuestos a los cambios. Tras los cambios en Canal N, Rosa María Palacios ha cuestionado activamente en las redes sociales las movidas.
Coincidentemente, en junio próximo vence su contrato con América TV, lo que dejaría abierta su salida del canal si se concreta el despido de Puertas; salvo que las cosas estallen antes, lo cual podría suceder. Al cierre de esta nota, el domingo 24 de abril, Raúl Tola, conductor del programa Cuarto Poder, había publicado en el diario La República una columna en la que critica duramente los cambios aplicados en Canal N.
Hasta aquí, los hechos en el Grupo El Comercio como ha sido posible reconstruirlos. ¿Hasta qué punto son de interés público? Es obvio que cada empresa o grupo mediático tiene plena libertad para hacer los cambios que considere indispensables dentro sus organizaciones. De hecho, todos los diarios tienen preferencias evidentes. Las líneas editoriales de La Primera y Correo son conocidas desde mucho antes del proceso electoral. La Primera, con un discurso bastante alineado con el plan de gobierno de Gana Perú. Correo, con una posición económica más bien ortodoxa, pro fujimorista y, en la primera vuelta, PPKquista. Diario 16, por su parte, desde el comienzo estuvo muy vinculado a la candidatura de Alejandro Toledo, y no se conoce cuál será su destino después de las elecciones. Es sabida también la posición editorial de La República, con su línea pro Toledo y pro Humala; y la de Perú 21, con apuesta primero por PPK y luego por Keiko Fujimori; aunque es necesario reconocer que estos dos últimos diarios muestran una mayor preocupación por sustentar sus posiciones económicas, independientemente de si se concuerda con ellas o no. Eso, por lo menos, hasta antes de los resultados de la primera vuelta electoral.
¿Cuál sería, entonces, el problema de que El Comercio quiera imponer la línea que le parezca a sus medios? Aquí repetimos la pregunta que ya hizo a sus allegados el nuevo director de Canal N.
Por un lado, los efectos los sentirá el Grupo El Comercio, para bien o para mal. Su confrontación con La República, hasta el grado al que llegue, es también un lío entre privados. Pero hay tres dimensiones que afectan la escena nacional. La más importante de todas es que se trata del principal grupo mediático, un poder fáctico sin más escrutinio que el de sus directores empresariales. En la medida en que sus medios se reclaman fiscalizadores del poder, tienen la responsabilidad ética de rendir cuentas respecto de los criterios con que los están gobernando.
En algunos países, por ejemplo en Venezuela y Argentina, los grupos fuertes de medios han dirigido todo su poder contra gobiernos autoritarios (el de Chávez y el de los Kirchner) recibiendo contragolpes a través de medidas contrarias a la libertad de expresión. Esto ha sido posible, entre otras cosas, porque al dejar de informar y caer en la propaganda, estos medios han perdido el apoyo de la mayoría de los ciudadanos, que ya no sintonizan con ellos. Si Humala es realmente tan malo como dicen, ¿no se esperaría que aquí ocurra lo mismo? En ese caso, será muy importante que la población los considere necesarios para su discernimiento propio y no actores políticos que defienden sus privilegios.
Otro tema tiene que ver directamente con el ejercicio del periodismo. Algunos hechos en El Comercio demuestran un manejo directo de los accionistas (que buscan principalmente lucro) en la línea editorial, llamada a ser ejercida por profesionales que deben pensar sobre todo en el interés público. Esta influencia se refleja desde la dirección de la línea editorial hasta en temas menores. Para esta nota, se recibió información documentada de que, para un periodista, chocar contra algún tema particular del accionista Pablo Llona puede equivaler al despido. En uno de estos casos, El Comercio, en un acto que podría llamarse de gamonalismo, despidió al periodista Martín Huancas por publicar una denuncia menor que afectaba a un familiar de Llona, nota que había seguido todos los canales regulares y que inicialmente había sido solicitada por la misma Martha Meier. Una regulación de esto, naturalmente, es indeseable, porque “cada quien hace lo que quiere en su empresa”. Pero ayudaría mucho que en la televisión, que usa un espacio concedido por el Estado (como lo ha recordado un comunicado del Instituto Prensa y Sociedad), los criterios de su manejo sean objeto de una mayor fiscalización.